por Berta Martínez Páez
[Gracias a El Goyo, entramos en contacto recientemente con la autora de este trabajo, la investigadora Berta Martínez Páez. Un trabajo impressionante de una época importante en la história de la rumba, con su permisso se lo publicamos aquí por primera vez, junto con una tradducción. — Barry]
Pueblo Nuevo, barrio marginal artemiseño, fundamentalmente poblado en sus orígenes por negros y blancos pobres, allá por la última década del siglo XIX donde, dada la promiscuidad existente debido a las precarias condiciones habitables, laborales y sociales comienza a resquebrajarse la moral y la ética del cubano pobre pero honesto, y comienzan entre otros vicios a ejercerse la profesión más antigua de la humanidad: la prostitución.
Después en un área determinada de dos o tres manzanas se fueron agrupando las continuadoras de aquellas iniciales que brindaban sus favores a los transeúntes y demás en las primeras tabernas, surgidas posteriormente a los orígenes de este pueblo, allá por las siguientes décadas de 1804 o 1805, asentamiento poblacional agrícola inducido por el fuego ocurrido en el capitalino barrio de extramuros Jesús María y José y parte de la calzada de Guadalupe el día 25 de abril de 1802.
A dichos damnificados se les ofreció parcelas de tierras en el demolido Corral de San Marcos y, éstos y otros que después se sumaron, constituyeron los primeros colonos asentados en la que después fue una de las comarcas más próspera en cuanto al cultivo del café, más tarde la caña de azúcar y también cultivos menores, que hizo que a este pueblo pinareño entonces, se le denominara la Villa Roja.
Pasaron los años, casi cien, labrándose la tierra, proliferaron muchos cafetales y algunos ingenios que engrandecieron a este pueblo. También hubo dolor y muerte con la guerra a finales del siglo por conquistar la libertad del yugo español. Ya en el siglo XX, las primeras décadas republicanas son de excesos, épocas duras para el pueblo que sufría penurias y agobios por las discrepancias politiqueras y la desastrosa economía con que comenzó la naciente república cubana.
En Artemisa, como en otros lugares de la isla, se producían rencillas entre los caciques de barrios, ya éste de Pueblo Nuevo había ido creciendo desde finales del siglo XIX, se construían casuchitas de tabla de palma y techos de pencas de guano. Suponemos que este barrio extremo del pueblo fue incrementándose, a partir de que el Padre Arocha, cura Párroco del pueblo desde 1893, construyera a principios de 1897 algunas barracas y bohíos para los reconcentrados de la guerra de 1895-98, que a este pueblo le costó más de 5,000 vidas.
Después fueron proliferando los bares y casas dedicadas a la “venta de caricias”. Escape quizás a tanta pobreza, quebrantos y sufrimientos del sector menos culto y excluido de la sociedad, y como una de las secuelas de la recién pasada Guerra y de la Reconcentración de Weyler, tan funesta para este pueblo.
Así se origina una marginalidad creada por los hombres y mujeres del resto del grupo poblacional, basada esencialmente en la discriminación racial y social de un medio, que de día se criticaba, pero que muchos de noche la utilizaban para su placer.
El investigador y musicólogo Helio Orovio nos dice muy elocuentemente:
“En los solares de las ciudades, en cuarterías y accesorias se agolpaba la población pobre –negros, mestizos y blancos sin oficio ni beneficio– y en medio de ese mundo infrahumano, para mitigar –quizás para combatir– la miseria se levantaban voces y madera. La rumba fue la música del hambre. El canto brotó de las entrañas de asfalto [y tierra] de los centros y suburbios urbanos, de los barrios habaneros de Belén, Jesús María, los Sitios, Atarés, Pueblo Nuevo, de las barriadas matanceras de Simpson, La Marina y de los sectores populares de Marianao, Regla, Guanabacoa, Güines, Jovellanos, Unión de Reyes, Alacranes, Sagua la Grande, [y también Artemisa].
Y dentro de este apostillado barrio artemiseño nace y se asienta en este pueblo la rumba, ritmos y cantos fundacionales surgidos de las lágrimas simientes de los barracones, germinadas en este medio no grato, como árbol en un desierto.
No podía ser menos, ya que esta música fluye como un quejido de aquellos que cruelmente arrancaron de su tierra, de sus captores y después, de sus “amos” tomaron una partija de su música y bailes, deviniendo esta conjunción, en la oriundez de nuestra música cubana, y como nos dice Orovio, “la música fue más que música, más que canto, toque y baile, fue expresión del ser popular cubano, fiesta del hombre humilde, preterido, desposeído, que así lograba una identificación de su cultura originaria”.
Y así entre mujeres de “vida fácil”, proxenetas, chulos, bebidas y guapería, señoreaba la rumba, aglutinadora de estos elementos, así como también en ocasiones, de sus invitados rumberos de otras localidades y por demás, algunos famosos como Chano Pozo. Personajes de una época pasada, impronta de un pueblo, su cultura e idiosincrasia; de hechos no tan buenos (prostitución, reyertas, puñaladas, drogas, etc.) y otros fatales (ajustes de cuentas, muertes) pero que marcaron toda una generación y que indudablemente constituyen parte de nuestras historias de la localidad, que a la postre conforman la nacional.
Ellos con sus virtudes y defectos, pasiones y desventuras, odios y rencillas, música y bailes, dejaron quizás sin proponérselo una huella imborrable en este pueblo; pasado turbulento y de raíces profundas arraigados por siempre en sus anales.
Huella que tratamos con este trabajo dejar impresa, como memoria de esa era; buena o mala, no sé, no soy, ni creo nadie seamos los indicados para juzgarlos; para mi sólo fueron seres humanos, jugando el papel que a cada cual correspondió según su destino y a esos músicos, rumberos natos, gracias por el don con que la naturaleza los dotó, aunque en su mayoría no tuvieron el privilegio de una instrucción musical, por eso la valía es doble.
Esta investigación está sustentada en testimonios de sus descendientes, de los del resto de la barriada y de otros que estuvieron relacionados con Pueblo Nuevo, los que hicieron posible este trabajo, algunos hoy, después de casi ocho años de haber conversado con ellos, han fallecido, pero quedaron sus informaciones, en algunos casos grabaciones de sus propias voces.
Testimonios que abarcan no solo a la persona o personas de las cuales hablan, sino a la barriada, al entorno de aquellos años, que nos fue posible casi reconstruirlo desde los años 40 y tantos, casa por casa, cuadra por cuadra, familia a familia. Hay leyendas, anécdotas, cuentos, vivencias narrados por ellos, haciendo gala proverbial de nuestra oralidad.
A los que mantuvieron en sus recuerdos estas memorias para ser contadas, infinitas gracias. De eso trata este trabajo.
La humanidad es como es: no se trata de cambiarla, sino de conocerla.
A partir de las familias ayudadas por el Padre Arocha comenzaron a asentarse otras personas tan pobres como ellas, mayoritariamente de la raza negra, ex-esclavos y sus descendientes, blancos sin medios de vida y unos pocos chinos y algún que otro familiar, traídos los primeros a mediados del siglo XIX para construir el ferrocarril y laborar en cafetales e ingenios. Esta gama de razas y culturas, seres marginados de la sociedad clasista en los tiempos difíciles de la guerra y posteriormente en el incierto comienzo de la República son los que originaron la identidad de este barrio; gente humilde, analfabeta, luchando a diario por su vida; otros, jugadores pendencieros, bullangueros, de ahí que, tal vez, alguna fémina comenzó a vender sus caricias por centavos, sin otra alternativa quizás como lo hizo anteriormente cuando la guerra, por unos mendrugos de pan para mitigar el hambre.
El demasiado tiempo ocioso se ocupaba con el juego y la música, esa que cada uno trajo de sus ancestros, y si los negros, ya libres, no tenían un tambor, se cogía un cajón de bacalao, unas cucharas y unas claves; de la música ritual se pasó a la urbana modificando la primera, adecuándola al medio, aderezándola con pinceladas de la música española, haciéndola asequible al conglomerado humano que los rodeaba, se transculturizaban las raíces musicales como sus dioses.
He ahí el primogénito barrio, sus gentes y su música: la rumba, escape sonoro de estados anímicos, de protestas, de anhelos.
Ya a partir de los años veinte se incrementan los pequeños comercios, bodeguitas, puestos, una carnicería en Agramonte y Yara (hoy 23 y 44), se van adicionando a las casuchas de algunos solares, cuartuchos que se alquilaban para el comercio de las caricias. El barrio según censo de 1901 tenía 89 casas de guano y tabla, el resto del poblado tenía 87 casas de mampostería y tejas y 246 de tablas; los habitantes eran un poco más de 2000.
Las mujeres públicas aumentaron allá por los años treinta y cuarenta, muchas venían de otros lugares; aparece la figura del chulo, del proxeneta, se abren más prostíbulos y bares entre ellos se distingue el de EL NEGRO, MAXIMILIANO MORENO CASTILLO, (B) situado en la esquina de Zenea y Yara (hoy 21 y 44).
Diagonal a éste se encuentra la bodega El CAMBALACHE. Estas cuatro esquinas se pueden considerar el corazón del barrio de Pueblo Nuevo y cuna de la rumba en él, y esta bodeguita con su barcito después, se convertirán en el punto central de la rumba.
Destacando sítios relacionadas a la rumba y la prostitución en la época
El circulo indica "la cuna" de la rumba en Pueblo Nuevo
(crédito: Berta Martínez Páez)
En la década de los 40 va consolidándose el área donde proliferan más casitas (ya sean de madera y tejas de barro o de madera y techo de zinc o cartón en su mayoría) con mujeres dedicadas al negocio, el área es de la calle Yara de Manuel Valdés a Zenea (hoy de 44 de 19 a 21), de ahí doblando por ésta a ambos lados.
No obstante, por el resto de las calles desde Baire hasta Agramonte, Zenea hasta la Avenida 28 de Enero y de ésta hasta Agramonte hay diseminadas casas y bares con sus cuartuchos detrás dedicados al comercio del “placer pagado”. Esta es la cuna.
A mediados de los años 40 hasta 1959/60 puede decirse que fue la época de más auge en el barrio, se sofisticaron algunos burdeles y bares.
Se rumbeaba cada fin de semana y días festivos y santorales, y también según un testimonio de una de las protagonista, Matilde Collazo Barceló, “para rumbear solo se necesitaba que se juntaran unas cuantas personas, sin que importara hora ni día”; se especializaban los músicos y cantores así como los bailadores; venían visitantes foráneos atraídos por la fama del barrio, tanto a disfrutar como entendidos en el arte de rumbear a competir con los anfitriones.
También jóvenes y no tan jóvenes de clase media que frecuentaban estas fiestas, disfrutando también del resto de los placeres que ofrecía el barrio, como siempre, éstos a escondidas de sus familiares.
Algo peculiar en las rumbas del barrio, era el modo en que se vestían los visitantes a ellas, algunos rumberos usaban trajes de Dril 100, Hacendados y muchos con guayaberas de Bramante de hilo y botonaduras de oro.
Los zapatos marca Ingelmo u otras marcas, tipo Cordobán de dos tonos, carmelitas o negros con blanco y punteados. Así nos lo testimoniaron varias personas entre ellas Susana Sierra de Armas.
La barriada tenía sus límites intangibles, se discriminaba sencillamente por su marginalidad, se vivía en una sociedad que cerraba los ojos ante el arte autóctono y aunque era una zona de vicios, impudor y vulgaridad, no supieron o no quisieron los no visionarios discriminadores, extraer ese ritmo nuestro y a sus ejecutantes, llevarlos a la cultura del saber, perfeccionarles su erudición natural, pero no, no fue así, tampoco nada se registró, nada se narró, perdiéndose para la historia parte de esa etapa rica de personas y personajes populares, tradicionales, (recordados hoy a pesar de los años transcurridos) aunque fuesen de un ámbito de vicio y corrupción, ellos eran el arte natural, “los diamantes sin pulir” como cuentan le dijo Chano Pozo a Sabino Canto cuando lo conoció, ni bien vestido ni calzado como acostumbraba, pero cuando cruzó el mostrador de su barcito, le demostró a Chano y sus amigos muy elegantes todos, que el mejor bailando columbia era él.
Esta anécdota se ha convertido en la leyenda principal entre otras del barrio, al extremo que muchas personas nacidas después de esos años 40 en que ocurrió, la cuentan muy orgullosos como si hubiesen sido testigos presenciales. He ahí el hombre, sus raíces y sus gentes.
Fueron muchos los personajes típicos de este barrio dedicados a la rumba como Bacardí, Cabo Corto, Félix Junco, El SHERIFF y otros; así como muchas de las cientos de “mujeres fáciles”, “mujeres de ventanas” que pasaron por este arrabal, que sin otra alternativa en la vida, a veces desconociendo la familia a que se dedicaban, escogieron este medio para vivir como ROSA FCA. URIARTE MARTÍNEZ, Bejuco; VIRGINIA, Tania; Sangre Azul, ESTER Musiquilla, Mantecao, y tantas otras a través de casi 60 años.
Otros personajes también dejaron su huella como BACHILLER padre, LOLA, EL NEGRO, VERENA XENÉS, PANCHITA y otros, dueños de bares y muchos más que sí tratamos en detalles en nuestro trabajo investigativo: Pueblo Nuevo. Sus mujeres públicas, sus chulos y proxenetas. (Inédito).
Este es a grandes rasgos el escoliado barrio de Pueblo Nuevo que la vida lo hizo marco para que la rumba en Artemisa reluciese en él y pasasen ambos a la posteridad como parte de su historia.
Sus músicos, bailadores y cantantes salidos del pueblo, sentaron un precedente en este barrio y se ganaron sin proponérselo, el derecho por sí mismos a entrar en la historia de este pueblo.
Cuántas horas de sudor, manos adoloridas por percutir cajones y tambores, cuantas gargantas agotadas por el canto, cuantos cuerpos cansados, específicamente los pies de tanto bailar, y también cuantas trifulcas y guaperías causaron el exceso de ron y aguardiente, y discusiones hasta terminar derramándose la sangre, pero todo era inherente al medio, no era posible sustraer esa disciplina musical del entorno en que nació y se desarrolló, son consecuencias una de otra, y la música provenía del corazón oprimido por tanta marginalidad, y la rumba fue la voz del sentimiento de ese hombre adolorido.
Músicos que tocaban rumba en Pueblo Nuevo
Por Helio Orovio hemos conocido, quizás de los primeros rumberos artemiseños como Tumbalaye, Higinio Montes y Catalino Navalé, que posiblemente su fama haya sido por las primeras décadas del siglo XX, y que si no es por este excelente investigador, se nos hubiesen perdido para la historia.
La relación que a continuación detallamos la hemos conformado con los recuerdos de las personas entrevistadas, quizás sean muchos otros los que tocaban o iniciaron la rumba en este barrio, pero desgraciadamente, como expresamos anteriormente, se han perdido en el tiempo. Los mayores de éstos deben haber comenzado por los años 30 ó 40, mozalbetes; ya en los 50 otros jóvenes eran sus relevos y harían sus primicias al lado de sus maestros.
Los mayores en la época narrada
† LÁZARO REINALDO DOTRES HERNÁNDEZ (N) Macho Dotres.
† VÍCTOR REINALDO DOTRES HERNÁNDEZ (N), Vitico.
† ORESTES DOTRES HERNÁNDEZ (N), Manguire
† FÉLIX JUNCO KESSEL(N)
† JESÚS PEÑALVER ZAYAS (N), Macuto Zapote
† LUIS PEÑALVER ZAYAS, (N) – Cabo Corto
† RAMÓN VALDÉS DÍAZ, (B) – El Niño de Utrera
† PEDRO PABLO PORTALES ESPINOSA, (N)
† EMILIO TRÁPAGA PEÑALVER, (N) – Nemo
† ELIO PEÑALVER, (N) – Zumbío.
† PABLO SIERRA___________(N) Musa
† PEDRO PABLO PORTALES XENÉS (N) – Chumbo.
† ADOLFO XENÉS (N)
† FACUNDO ORTA PRIETO (N) Pata de palo
Los más jóvenes en la época narrada:
† DOMICIANO TRÁPAGA CHIRINO (N) – Bombo
RODOLFO MESA BLANCO (M)
OSVALDO SIERRA ECHENIQUE (N)
† RODOLFO CASTRO (N) – Mellona
JESÚS BENCOMO AGUIRRE (M) – El Chino
† LÁZARO SIERRA DE ARMAS (N)
Bailadores de rumba en Pueblo Nuevo
Los mayores en la época narrada:
† ELIO PEÑALVER, (N) – Zumbío
† JOSÉ BARRIOS CHAPPOTÍN, (N) – Chifón
† MIGUEL ÁNGEL PIEDRA PLASENCIA (N) – Tanganica
† RUPERTO AMARO SOA (N)
† SABINO SAN MARTÍN (N) – Sabino Canto
† CELEDONIO CAPOTE GONZÁLEZ (N) – Bacardí.
† ELIO PEÑALVER (N) – Zumbío
† JESÚS PEÑALVER ZAYAS – Macuto Zapote
† JUAN FRANCISCO BACHILLER GONZÁLEZ (N)
† SANTIAGO DORTICÓS (N) - El Vate, Tatayo De treinta y tantos años
HUGO BARRERAS MACÍAS (B)
EUGENIO MARTÍNEZ MARTÍNEZ (N) – Mayimbe actualmente es el único buen bailarín que queda vivo. Columbiano
† VÍCTOR MARTÍNEZ MARTÍNEZ – Bolo Mayimbe
† DEMETRIO PEÑALVER GONZÁLEZ (N)
† LÁZARO__________ ___________
Jóvenes de 15 a 20 años, en la década del 50 y principios de los años 60
JESÚS BENCOMO AGUIRRE (M) – El Chino.
† EGNES DOTRES_____________ – Fafarruco, Fafi. _____________________________ - Tatín.
JACINTO SEOANE____________ (N)
SILVITO ___________ _________ (M)
LÁZARO BÁEZ_______________ (M)
† FRANCISCO JAIME___________ (N) – Anquito
OSVALDO GONZÁLEZ LOMBILLO (N) – Pompo.
RENÉ PEREIRA GONZÁLEZ (N) – Tatá
__________KESSEL____________ (N) – El Veterano
Las muchachas eran:
MERCEDES COLLAZO XENÉS (M) – Mecho
TERESITA COLLAZO XENÉS (M)
__________ COLLAZO XENÉS (M) – La Gallega
† JULIA PÉREZ PÉREZ (N) – Mercedita
† MATILDE COLLAZO BARCELÓ (N)
MARÍA JOSEFA GRANDAL __________ (M) Fefa
Lugares donde fundamentalmente se tocaba rumba en las décadas del 40 y 50
Bodega bar, EL CAMBALACHE, situado en una de las esquinas de Yara (44) y Zenea (21), así se llamaba hasta que Sabino Canto se hizo de él y le puso El BARRACÓN DE PAPÁ. Comenzaba el toque y baile por Zenea, frente al quiosquito que Sabino tenía en esa esquina de su solar donde también estaba su casa y otros cuartos traseros. La palma a la derecha fue testigo de cuantas rumbas sonaron en el bar. Al intensificarse el sol, se pasaban para el costado, a la sombra del bar de El NEGRO y JUANA MENA; para descansar y refrescar pasaban al solar cercano por Yara, sentándose a la sombra de una vieja mata de mamey (que aún existe), después terminaban en EL CAMBALACHE.
Bar de BACHILLER, en la esquina siguiente, o sea Baire (42) y Zenea (21)
Bodega de Hermógenes el gallego, situada en Agramonte (23) esquina a Yara (44)
Casa de DOMINGA DÍAZ, Mamita, en Agramonte (23) entre Baire (42) y Yara (44)
Casa de MANUELA, LA QUEMÁ, años 50 y 60, al lado de la de Mamita.
Casa de Yoyo Lima, La Matilde.
Sin la música la vida sería un error.
De la autora, Berta Martínez Páez:
Nació el 4 de julio de 1940, Artemisa, provincia antes Pinar del Río, hoy La Habana. Profesora de Piano, Solfeo y Teoría, Contadora y Economista. Investigadora historia local.
A partir de 1982, paralelamente a mi trabajo como Economista, comencé las investigaciones documentalmente del cafetal ANGERONA en el Archivo Nacional y Biblioteca, Archivos Parroquiales y otros. En 1996 presenté un trabajo sobre este cafetal en el 110 ANIV. DE LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD, Taller Científico Internacional, patrocinado por la UNESCO, en la Universidad de Matanzas. Continuaron otros eventos de igual categoría como el II Taller Internacional, MUJERES EN EL UMBRAL DEL SIGLO XXI, Universidad de La Habana en 1997, y el Ier CONGRESO INTERNACIONAL. DE HISTORIADORES LATINOAMERICANISTAS, en la Casa Benito Juárez en 1998. De ahí se sucedieron otros eventos, conversatorios, programas de TV, radio, etc. con esta historia, como el capítulo La Leyenda de Angerona, de la serie La Isla más Hermosa, trasmitida y repuesta en la TV cubana y otros países de habla inglesa y francesa. Estoy considerada como la biógrafa de Úrsula Lambert y la que posee la mayor documentación sobre la historia real del cafetal tanto de Cuba como de Alemania.
Después de mi retiro en 1995, comencé a tiempo completo con las investigaciones sobre la historia local. Así fueron creándose los siguientes trabajos investigativos (aún inéditos):
- LA RECONCENTRACIÓN DE WEYLER EN ARTEMISA ¡Perdonemos, pero no olvidemos! (1er. Lugar en Simposio de la Cultura l998, también Mesa Redonda prov.)
EMILIO, OTRO PEÑARREDONDA DOLLEY, PATRIOTA – Se da a conocer la historia del hermano de la insigne patriota Magdalena Peñarredonda. Premio en evento municipal y distinción en Simposio Historiadores previo Congreso Nacional 2008.
SAN MARCOS DE LA ARTEMISA. Orígenes, fundación, primeras épocas. (Investigación presentada al PCC y Gobierno, para determinar nuestra fecha de fundación. Se escogió como guía.)
LA RUMBA EN ARTEMISA. Su cuna: pueblo Nuevo, barrio marginal. Crónica de una época. (Rescate de tradiciones; fue parte de un programa de TV, Catálogo Cubano, evento teórico CUBADISCO en Pinar del Río. Buena evaluación por el Dr. Gómez Cairo, Dtor. Nacional de la Música).
ÚRSULA LAMBERT, la singular haitiana del cafetal Angerona. (Personaje fundamental de este cafetal. Crónica de esa época, del cafetal y sus personajes).
JUAN PÁEZ FLORES, un isleño palmero asentado en Alonso de Rojas, Cuba. (Historia de mi bisabuelo y abuelo canario y la familia Páez-García).
Sobre la prostitución en el barrio marginal de Pueblo Nuevo, será parte de una colaboración de un libro con el Dpto. de Historia de la Universidad de Yale.
Página Web sobre el cafetal ANGERONA, 2003
Trabajo actualmente en otras investigaciones de vital importancia de la historia local.
2 comments:
Hola! Un artículo muy interesante! ¿Cómo podría contactar con Berta Martínez Páez? Estoy investigando la Reconcentración, y me interesan los efectos o vestigios que puedan observarse en Artemisa. Os dejo mi correo: alberto.marti@uv.es Gracias por adelantado! Un saludo!
Alberto.
Hola Alberto, pasé tu correo a Berta, a ver que pasa! saludos
Barry
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